Cosas que enamoran (1)



Todas las declaraciones de afecto empiezan por el silencio. Al menos, por el silencio propio. Para hacer espacio, para dejar paso. Para dar entrada en tu vida a los otros. Así, callado, empiezas mirando y, en ocasiones, admirando. Contemplas la vida de los otros. Aprendes a leer el idioma de los demás. Aprendes a escuchar, también, el lenguaje de la risa.

Hay quien dice que cada persona tiene una risa distinta. Pero no es verdad. Cada persona tiene varias risas distintas.

Las hay más efímeras, puntuales, cumplidoras, que ocultan seriedades o indiferencia. Las hay nerviosas, como la mia. Las hay también frívolas, triviales y anecdóticas. Pero hay algunas risas sinceras, alegres, relajadas. Carcajosas. Esas que brotan cuando de verdad estás en paz y confías, y el afecto fluye.

Cuando la gente se ríe así, compartiendo su dicha profunda, te enamoras un poco

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