¿Por qué un cuadrado negro puede ser arte?

Todo lo que reproduzco en este post es la síntesis de una conversación con una amiga que sabe de todo -también de arte- y que me deja escribir lo que aprendo de ella.



-¿Puede este cuadrado negro ser arte?- La miré. Miré el cuadrado.                                 

 - No estoy segura… pero diría que eso no es arte...



Probablemente eso hemos pensado alguna vez cuando entramos en un Museo o en una exposición y nos ponemos delante de una obra de arte abstracto de la que no sabemos nada. Seguramente también se nos ha escapado la típica frase: “Yo eso también sé hacerlo”. Cuando esto nos sucede, se debe principalmente a que no somos capaces de entender la obra que tenemos delante. 


Velázquez pintó el cuadro de Las Meninas en 1656. La verdad es que en ese cuadro Velázquez plasmó mucho más que a las Meninas. ¿Por qué pintó toda la estancia si lo importante eran esas princesitas? ¿Para qué tanto espacio de pared y de techo? ¿Para qué reproducir los cuadros del fondo de la habitación? ¿Por qué se pinta a él mismo? ¿Por qué pinta la parte trasera de un lienzo? 
Para la gente que vivió en la época de Velázquez, una pintura retrato de semejantes características no era nada común. Era una pintura que chocaba. Era una obra que planteaba preguntas a quienes la miraban. Con esa obra Velázquez no pintaba un simple retrato de las Meninas, hacía filosofía del arte, lanzaba una pregunta: ¿Puede un cuadro expresar de verdad cómo es alguien? ¿Qué puede llegar a transmitir la pintura? ¿Qué hace un artista cuando pinta?  

La mayoría coincidimos en que la obra de Velázquez es arte. Provoca pensamientos, reflexión e interrogantes a quien se pone delante de ella. 

Kazimir Malévich nació en 1878 y es el autor del Cuadrado negro, que pintó en 1913. La fotografía de más abajo podría haberse hecho en una casa de esa época. Como se puede ver, reproduce algo muy común en la Rusia del momento: la sala de los iconos. En la Iglesia Ortodoxa o católica de rito oriental no se iba a la iglesia con mucha frecuencia pero en la mayoría de casas rusas existía una estancia en la que se colocaban iconos (pinturas de santos o Vírgenes) a las que se rezaba y veneraba saludándolas al llegar a la casa, por ejemplo. Normalmente uno de los iconos era el más importante. Se colocaba en la esquina, en el centro y era más grande que el resto.


Una peculiaridad de la iconografía rusa es que no la pintaban artistas, sino monjes. Existe todo un ritual para pintar iconos: quienes se disponen a hacerlo deben ayunar durante unos 40 días, rezar más de lo habitual y limpiar la casa y vestirse con ropa limpia antes de empezar a pintar. La causa: para pintar un icono lo importante no es saber pintar, sino saber rezar, porque ellos entendían (y entienden) que los iconos son un puente entre los hombres y la divinidad, que a través de ellos las personas que rezan pueden de algún modo conectarse con Dios. Es decir, el pintor pinta un icono que es verdaderamente puente entre la Tierra y el cielo en la medida en que él mismo está unido a Dios. Los colores que se usan para pintar iconos suelen ser colores vivos. El negro, por el contrario, se usa solamente para representar el pecado, el abismo, el vacío.


Volvamos al Cuadrado negro. La imagen de abajo es la primera exposición que Malévich hizo de este cuadro, en 1915. ¿A qué recuerda?


Como Velázquez, Malevich no se limitó a pintar (en este caso un cuadrado). Malevich fue mucho más allá, se planteó y nos planteó una pregunta: ¿Puede verdaderamente la pintura representar a Dios? Si Dios existiera, ¿Puede el hombre llegar a él a través de una pintura? ¿O por el contrario, existe solamente el vacío, la nada? Al fin y al cabo, lo que fue una gran pregunta del siglo XX: ¿Existe Dios?
En esa época el cuadro fue muy controvertido. Los discípulos de Malevich se cosían el cuadrado en la ropa. Éste de abajo es el coche fúnebre de Malevich.

Éste es su féretro. Un cuadrado negro, un círculo. El “supuesto” cielo, la Tierra.
El Cuadrado negro no fue y no es solamente un cuadrado negro.

Existen hoy en día muchos copistas que pueden reproducir perfectamente el cuadro de las Meninas. Sin embargo, esos cuadros no tienen ningún valor. Tú y yo podríamos pintar un cuadrado negro, pero no, efectivamente no tendría ningún valor. Sin embargo, el cuadro de las Meninas de Velázquez es una obra de arte. El Cuadrado negro de Malévich es una obra de arte. Es arte porque fue rompedor y porque planteó y plantea preguntas. El que se pone delante del Cuadrado negro, si conoce a Velázquez y conoce de iconografía rusa, ve mucho más que un cuadrado.

Creo que ahora cuando vaya a un Museo, cuando me ponga delante de una obra de arte  que no entienda y tenga la tentación de decir “esto sé hacerlo yo también”, rectificaré y pensaré: “algo se me escapa, probablemente hay algo que no sé”.

Comentarios

  1. Respuestas
    1. ¡Gracias! Me gusto mucho el relato y me pareció bueno compartirlo.

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  2. De arte no entiendo mucho, pero releyendo el texto compruebo que he aprendido cosas interesantes. Propósito: ir a ver alguna exposicion. Gracias.

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