"Venid a mi", dijo la luz,
alejando de nosotros
el miedo a la sombra.
"Venid a mi", susurró el silencio,
a la vez que mostraba,
con los brazos abiertos,
una forma distinta de cantar.
"Venid a mi", exclamó la pasión,
prometiendo un fuego nuevo
al escoldo de corazones
que en otro tiempo ardieron.
"Venid a mi", suplicó el dolor,
ofreciendo un rostro herido
a una compasión que lo acunase.
"Venid a mi", propuso la esperanza,
convertida en aliento
para quienes andaban cansados.
Y fuimos. A veces vacilantes.
Con toda nuestra inseguridad a cuestas.
Pero fuimos.
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