Se nos iba la vida en urgencias
que no son urgentes;
en importancias
que no son importantes.
Tal vez nos perdemos en dramas
que no son tan dramáticos
y en guerras
que no merecen batallas.
Y, sin haberlo previsto,
nuestras agendas repletas,
todas nuestras urgencias,
lo imprescindible… se queda quieto.
Y entramos en un desierto,
en un silencio,
donde quizás esperan las verdades
para las que nunca tenemos tiempo.
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