No te resignes





"No me resigno", ha dicho.
No te resignes.
A que tantos estén
todavía sin camino,
a la noche que acaba
en el horizonte sin esperanza
de otro amanecer.
A que los deseos sean mayores
en la memoria
que en el presente,
a que la injusticia
te deje frío.

No te resignes
a sucedáneos del amor,
a las medias tintas,
a vivir más entretenido
que entregado.
A la cómoda ironía,
a la crítica sin caricia.
A vivir dando vueltas a molinos
en lugar de luchar
contra ellos. A la ceguera.

No te resignes a que la fe
sea rutina.
Tiene que ser batalla, 
duda, fuego, aliciente.
Refugio e intemperie
al mismo tiempo.
No te resignes a escuchar,
sin estremecerte,
el rugido del hambre más honda
que retuerce el estómago del mundo:
el hambre de amor.
Amigo, no te resignes.

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