Equívocos




EQUÍVOCOS

Lo llamábamos justicia,
pero era tan solo ley,
pues había olvidado
la dignidad humana.
Lo llamábamos compasión,
y era tan solo un acto reflejo,
como parpadear por un golpe de viento.
Lo llamábamos amor,
pero si no nos quitaba el sueño
ni nos prendía en llamas,
¿no era apenas una sombra?
Lo llamábamos amistad
y lo era. Con todas las zozobras
y todas las alegrías
que la amistad conlleva.


Lo llamábamos prudencia,
y quizás lo fuera,
pero era también mediocridad.
Lo llamábamos hondura.
Pero no era más que frivolidad
disfrazada de trascendencia.
Lo llamábamos rebeldía,
pero era solo ruido,
mientras nos acostumbrábamos
a bailar sin música.
Lo llamábamos crítica,
pero era miedo
ante lo desconocido.


Lo llamábamos muerte,
y nos asustaba su contundencia
pero era solo el tiempo abriendo puertas.
Lo llamábamos duda,
pero era el mismo Dios
desmontando certidumbres.
Lo llamábamos esperanza.
Y lo era, porque había alguien
que aun podía transformarlo todo.
Lo llamábamos pequeñez,
pero en aquella nimiedad
explotaba el amor.

Y otra vez sin enterarnos.



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